miércoles, 3 de noviembre de 2010

CENTENARIO DE LA MUERTE DE TOLSTOI


No son pocos los escritores, críticos o simples lectores que coinciden con este juicio. Cuando se habla de Tolstói, los epítetos de desmesura se repiten: titán, coloso, gigante, sobrehumano… Tal vez por ello, cohibido por las proporciones hercúleas, el lector de nuestros días se haya ido alejando del autor de Guerra y paz para acercarse al de Crimen y castigo, más cercano, en sus angustias e incertidumbres, al atribulado hombre contemporáneo.

Y, sin embargo, una vez descontadas sus ideas más radicales, (el anarquismo pacifista, el vegetarianismo, el rechazo de la sexualidad y de la sociedad urbana, el ingenuo retorno a la naturaleza), aún nos queda un novelista prodigioso, arrollador, tan irresistible que al llegar a la última página de cualquiera de sus grandes obras, pensamos que nada de su mundo ha quedado fuera de ellas.

“Si el mundo en persona supiera escribir, escribiría como Tolstói”, declaró otro gran escritor ruso, Isaak Babel. De la interioridad más sutil a las grandes escenas históricas, de la alegría a la tragedia, del mujik al aristócrata, del sexo a la muerte, pasando por la violencia, la injusticia, la hipocresía social o el anhelo religioso, nada escapa al genio épico de Tolstói.

¿Qué obra actual es más descarnada que la Sonata a Kreutzer en el tratamiento de la pareja? ¿Cuál es capaz de transmitirnos una angustia más insoportable ante la muerte que La muerte de Ivan Illich? ¿Qué monumento narrativo puede competir en nuestros días con Guerra y paz o Ana Karenina a la hora de retratar de manera exhaustiva la interioridad de un personaje (hombre o mujer), sin descuidar el complejo entramado social en el que se debate?

En esto reside lo milagroso de su genio: sentimos que hay más vida entre sus páginas que cuando las cerramos y salimos a la calle, no importa que nos hable de militares rusos de hace 200 años, adúlteras moscovitas de más de un siglo o cornudos de levita y cuello duro.

Te invitamos, en el centenario de su muerte, a comprobar la vigencia de uno de los mayores genios de la literatura.
Fuente: http://madrid.cuadernosciudadanos.net

1 comentarios:

David dijo...

Os recomiendo que leáis el episodio de su huida final y muerte narrado por Stefan Sweig en su libro "Momentos estelares de la humanidad" . Es hermoso y patético