miércoles, 24 de marzo de 2010

Homenaje a Chopin


Este año se celebra el bicentenario del nacimiento de Fryderyk Franciszek Chopin[1] (en francés, Frédéric François Chopin,[2] Żelazowa Wola, Polonia, 1 de marzo de 1810París, 17 de octubre de 1849) es considerado uno de los más importantes compositores y pianistas de la historia. Su perfecta técnica, su refinamiento estilístico y su elaboración armónica han sido comparadas históricamente con las de Johann Sebastian Bach, Wolfgang Amadeus Mozart y Ludwig van Beethoven por su perdurable influencia en la música de tiempos posteriores. La obra de Chopin representa el Romanticismo musical en su estado más puro.
Para recordar a tan insigne compositor, el 17 de marzo se invitó a nuestros alumnos a una audición de algunas de sus más destacadas piezas. Para enriquecer, si cabe, nuestro homenaje se procedió a la lectura de pasajes de la obra Un inivierno en Mallorca (1841) de la escritora George Sand, seudónimo de Amandine Aurore Lucie Dupin.
Sand fue una novelista francesa del movimiento romántico cuyo estilo de vida anticonvencional y sus numerosos romances escandalizaron a la sociedad parisina. Sand nació en París, el 1 de julio de 1804
, hija de un oficial del ejército francés llamado Dupin que descendía del rey Augusto II de Polonia. Pasó la mayor parte de su infancia en el campo, en Nohant, y estudió en un convento de París. En 1822 se casó con Casimir Dudevant, un rico hacendado, pero no tardó en aburrirse y abandonarlo. En 1831 se trasladó a París y se unió a un grupo de distinguidos artistas, entre los que figuraban el novelista francés Honoré de Balzac y el compositor húngaro Franz Liszt. Se hizo famosa tanto por sus escritos como por sus romances, especialmente por su relación con el poeta francés Alfred de Musset y con el compositor polaco Frédéric Chopin. Con este último realizó un viaje a la isla de Mallorca, a la villa de Valldemosa, que por su invierno cálido y seco convenía al compositor y que narró en Un invierno en Mallorca (1841). Sand fue una escritora enormemente prolífica que expresaba en sus obras una honda preocupación por los problemas humanos y los ideales feministas.
En 1837, Chopin conoce a George Sand. Los dos comenzaron una relación volátil y al final trágica la cual significó una influencia devastadora en la vida de Chopin. En 1847 su relación terminó. Descorazonado por la pérdida de su amada, Chopin continuó componiendo, pero pronto fue atacado por la enfermedad. Debilitado por la tuberculosis, enfermó demasiado como para trabajar, y repentinamente murió el 17 de Octubre de 1849, a la edad de sólo 39 años.

De Fez a Sevilla, de Mari Carmen Bandera



La escritora M. Carmen Bandera visitó el 10 de febrero nuestro centro y tuvimos el placer de conocer datos interesantes de la vida y obra de la autora de De Fez a Sevilla.
Mª Carmen nació en El Burgo (Málaga).Sus estudios los realizó entre Córdoba y Sevilla. Actualmente reside en Madrid. Maestra, licenciada en historia. Durante muchos años ejerció la docencia y eso le ha dado un conocimiento de los gustos y la manera de acercarse a los niños y adolescentes. Sus libros tienen un estilo cálido y cercano. Los personajes reflejan problemas y vivencias con los que el lector se siente identificado. Tiene facilidad para conectar con los jóvenes lectores fruto de su carácter extrovertido y sus muchas "tablas" en la enseñanza. Galardonada con varios premios, algunos de sus libros han sido objeto de estudio en Certámenes Internacionales de Literatura Infantil y Ju venil.Varios han sido adaptados y publicados en Latinoamérica. Colaboradora en revistas: "CAMBIO16", "TURÓBRIGA,revista cultural editada en El Burgo, "LAS PILETAS" de Sanlúcar de Barrameda (Cádiz)

Día de Andalucía


El pasado 19 de febrero celebramos, anticipadamente, el Día de Andalucía. Algunos de nuestros alumnos leyeron poemas y cuentos de autores andaluces. Aquí reproducimos uno de los cuentos leídos; se trata de Las castañas, del autor cordobés Juan Valera.





Las castañas
de Juan Valera



El día de difuntos salió muy de mañana a misa una linda beata, que la noche anterior, según es costumbre en la noche de Todos los Santos, se había regalado, comiendo puches con miel y muchas castañas cocidas.

Como era muy temprano y apenas clareaba el día, la calle por donde iba la beata estaba muy sola. Así es que ella, sin reprimirse, con el más libre desahogo y hasta con cierta delectación, lanzaba suspiros traidores y retumbantes, y cada vez que lanzaba uno, decía sonriendo:

-¡Toma castañas!

Proseguía caminando, soltaba otros suspiros y exclamaba siempre:

-¡Las castañas! ¡Las castañas!

Un caballero, muy prendado de la beata, solía seguirla, hacerse el encontradizo, oír misa donde y cuando ella la oía, y hasta darle agua bendita al entrar en la iglesia, para tener el gusto de tocar sus dedos.

Iba aquel día el caballero tan silencioso y con pasos tan tácitos detrás de la beata, que ella no le vio ni sospechó que viniese detrás, hasta que volvió la cara, poco antes de entrar en el templo.

-¿Hace mucho tiempo que viene usted detrás de mí? -dijo muy sonrojada la linda beata.

Y contestó el caballero:

-Señora, desde la primera castaña.

Lectura de poemas de Miguel Gómez Yebra



El pasado viernes, 19 de marzo, nos visitó el poeta y novelista Miguel Gómez Yebra, quien nos recitó algunos de sus poemas. Aquí tenéis dos de ellos.






MUSEO
Todavía el museo exhibe sus cadáveres
ante ojos infantiles que beben el otoño
modelado sin prisa por leal taxidermia.
Las vitrinas y estantes acogen al silencio,
un gesto interminable, unos ojos sin lágrimas,
el latín reivindica sus blancas etiquetas
que asombran a los niños, que asombran a los fósiles
con sus sílabas muertas. El aire nos rescata
estratos primigenios más allá de la historia
olor a pleistoceno, rancio aroma sin nombre
que todos los presentes, sin recordar, recuerdan.
Es como un vía crucis que ofician los maestros
repitiendo las frases de la última visita
junto al lince que pierde poco a poco el color.
Y se descubre fuera un mediodía inédito:
por estrenar el mundo, por estrenar la vida
por estrenar los labios en un tímido beso
que inaugure el futuro disfrazando latidos
con palabras de amor, con efímeros tópicos
con sonrisas que sellan susurros en el alma.
Si hojeas tu memoria no hallarás el crepúsculo,
versos inacabados serán la tentación
para sentarte a solas y escribir un poema.
Disfruta del olvido, invítate al presente
¿no ves que ya el retrato oval de tonos sepias
perdió la silueta de un abuelo posible?,
¿no ves que ya los sueños dejaron de ser sueños,
que ya no reconoces la ilusión de otros días?
Sal del museo oscuro y enfréntate a tu voz,
no suena como siempre pero suena a ti mismo
en una lengua viva por vivir en tu boca,
destruye ese universo disecado en tus venas
como un espejo turbio que te devuelve a otro.
Detrás del horizonte ya sabes que te espera
fiel, pero imprevisible, un horizonte nuevo.


AMIGO
Sé que un abecedario mínimo del silencio
no se aprende en escuelas ni con nuevos amigos,
un temblor, una duda, el desacuerdo implícito
asomando en la curva de una sonrisa incómoda
es lenguaje común de almas ya superpuestas
de recuerdos prestados, de emociones que habitan
las tardes que nos vieron compartir nuestras sombras.
No faltan las palabras, es que ya se dijeron
como bandas sonoras de muecas infantiles
de párpados cerrados un instante infinito
de tristeza fluyendo por pupilas con diámetros
capaces de engullir mi improbable alegría.
Las aceras no guardan los pasos paralelos
que dábamos entonces, ni el olor del café
en la esquina de siempre, ni aquellas carcajadas
ahuyentando el invierno en la voz de un mendigo.
Algo de lo que somos los dos nos lo debemos
y nadie más podría crecer junto a nosotros,
la historia se repite pero años como aquellos
no volverán a hacernos dos hombres nuevamente.
Y por las mismas calles pasean otros niños
contándose sus vidas al borde del crepúsculo,
de pronto, se revelan para mí sus miradas
y aparecen los sueños que fueron antes míos
como el aire vibrando con sílabas presentes
pero ya pronunciadas por mil generaciones.
Seré como yo quise aunque llegue la noche
y tal vez reconozca constelaciones viejas
pretéritos tesoros que escondí sin saberlo
y al brillar me torturan como versos perdidos